Firefly y los sueños despacios
Creo que una de las mayores gozadas que me he dado en la vida ha sido la de conocer Firefly. Se lo juro siempre a todo el mundo, y creo que no peco de fanático. Tal vez me pueda el amor, la fantasía, el delirio y el grato recuerdo, pero qué cojones, me parece una serie hermosa, apuesta, con unos personajes vivos y que no son simples títeres en manos de un director mediocre, con una puesta en escena lírica y batallona, sincera, pasional, terrorífica, erótica, llena de colores y en la que cada cosa ocurre en su oportunidad y su momento, donde la psicología de la trama se sostiene con pies de plomo lentamente sobre unos diálogos inteligentes, ingeniosos como poco, divertidos, con un humor que me enloquece, con la ironía fina del capitán Malcolm del que uno no puede más que enamorarse y rendirle honores sin hacer ningún tipo de asco, con un telón de fondo delicioso que es música y es emoción que desgarra, con unas historias de scifi pero al más puro western, donde los caballos y las naves pueden convivir al mismo tiempo, donde el miedo a la propia raza y a la ajena conspiran, donde los sueños no han sido todavía olvidados en el espacio. Whedon sabe crear una historia a través de los mecanismos invisibles, en ese fondo que uno no ve pero que siente tan estoicamente formado cuando termina la orquesta espacial a la que hemos ido a parar, a ese enorme paraíso de miserias y antihéroes al que somos conducidos. Lo entrañable de este misterio no es que se lo cuenten, sino vivirlo en carne propia y llorar y emocionarse y reír y montarse en Serenity y descubrir que todavía estamos vivos, que no podrán frenar la emoción verdadera, auténtica, última, la del arte por el arte, la del amor a una historia que nunca tuvo ni tendrá fin. Los sueños despacios.
Amor. Puedes saber la Biblia en verso, pero si vas con una nave que no amas, te hará besar el suelo, seguro como que los mundos giran. El amor la mantiene cuando debería caerse. Sabes que sufre antes de que se queje. Te lleva a casa.
Escrito en: Esteticismo Etiquetas: firefly, joss whedon, la mejor serie del mundo, malcolm reynolds, nathan fillion, serenity
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